viernes, 22 de diciembre de 2017

Visita a Vins Nadal en el corazón de Mallorca

Visitar Mallorca no solo es difrutar de sus encantos como isla mediterránea, es decir playas y recodos turísticos, hay muchas cosas que descubrir de esta fantástica isla. Hacerlo a finales de Otoño quizá sea muy recomendable si el tiempo lo permite, aunque las horas de sol son menores y hay bellos paisajes que puedes perderte si no madrugas.

Los vinos de Mallorca eran y siguen siendo una de las asignaturas pendientes de mis visitas a las diferentes zonas vitivinícolas españolas, por fortuna pude visitar una pequeña bodega en el corazón de la isla, a pies de la Serra de Tramuntana, además situada en Binissalem, sede del consejo regulador del mismo nombre.


Elegí Vins Nadal porque me pareció accesible y además fué una visita personalizada, cosa que he de agradecer, aparte Elena Rivas me atendió fabulosamente, no tuve mucho tiempo, pero el suficiente para conocer este proyecto que data de 1932. Situado en el casco urbano de Binissalem se accede a la bodega por una gran puerta que deja al descubierto una gran nave dentro de uno de las casas de la ciudad, ciudad que tiene un entorno urbanístico muy homogéneo y la bodega podría confundirse con una vivienda.

 Una vez dentro se ven los depósitos de acero inoxidable y menos a la vista depósitos de hormigón, donde me comentan que los vinos reposan antes del embotellado para que, de alguna manera, se vayan afinando y tomando forma. El resto de la nave tiene tiene el espacio para trabajar, barricas, algunos muebles, etc... El mejor lugar está en la cava donde se crian y almacenan los vinos, unos antiguos depósitos subterráneos que permanecen a temperatura y humedad costante y que son perfectos para que los vinos duerman en sus barricas y como botellero. Pero ahí no termina todo, en la parte superior hay un espacio para catar, con una mesa grande, decorado para sentirte agusto y tanto en verano como en invierno un fantástico lugar que envidio.


Hablando un poco de la familia Nadal, actualmente la tercera y cuarta generación de la familia son los que dan vida a este proyecto vitivinícola. Con 8 ha. de viñedo en el término de Biniali y algunas cosechas de cepas viejas que incluso van a lo más profundo de la Serra de Tramuntana, esta bodega elabora unas 90.000 botellas de diferentes tipos de vino bajo las marcas Albaflor y 110. Blancos con las variedades Prensal (autóctona), Parellada, Muscat y Chardonnay y tintas con Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah y la más sorprendente Mantonegro, oriunda de la isla.

Trabajan en un 80% para el mercado local, elaboran vinos blancos, rosados y tintos con diferentes crianzas y porcentajes de variedades. Diferentes tonelerías para afinar los vinos destinados a criazas y como estrella de estas crianzas y también de un rosado muy gastronómico la variedad MantoNegro.

Por falta de tiempo no pude catar más que un par de vinos, la verdad que volvería a disfrutar de el espacio y los vinos, pero voy a intentar describir mi sensación con estos dos vinos. el primero Rosat 110, un vino rosado 100% Mantonegro, macerado con su piel 24 horas, fermentado con su propia levadura, sin tapujos con el color, un rosa frambuesa bonito, muy aromático, notas sutiles de inicio de pasificación de la uva, fresco, buena estructura, un vino rosado muy gastronómico. Muy buena impresión para empezar a conocer la uva auóctona y la bodega en si.


Albaflor Crianza 2015 también es un buen ejemplo de degustar un vino elegante. 50% Mantonegro y el resto Merlot y Cabernet sauvignon, se afina el barricas de roble americano, que le confieren una buena estructura, un tanino notable y una boca muy envolvente. Este vino hace una segunda crianza en los depósitos de cemento antes de ser embotellado, y luego se afina en botella. Se nota que es un vino maduro, muy mineral, con notas pasificadas acompañadas de ahumados. El postgusto es largo pero se nota una buena acidez y el tanino está presente pero no molesta, muy gastronómico también, perfecto para un típico plato mallorquín como una lechona o unos Fideus de Vermar que en Binissalem se elaboran en tiempo de vendimia.


La verdad es que no dio para más debido a mi escaso tiempo y prometo volver pronto y seguir disfrutando de un lugar que me ha sorprendido por sus vinos y sobre todo por sus gentes.

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