Quizá sean los vinos más desconocidos para el público en general, pero los vinos producidos en la provincia de Castellón tienen una tradición desde hace más de 500 años, tras la filoxera y quizá porque siempre han sido producciones para autoconsumo así como otros cultivos o actividades económicas más rentables, nunca han tenido un nombre dentro en el espectro vitivinícola español.
Desde las producciones de la comarca del Alto Palancia y las que se elaboran entre el Pla de Les Useres y Vilafamés, en pequeñas producciones, poco a poco la Indicación Geográfica Protegida Vinos de Castellón, se ha ido haciendo un hueco gracias al trabajo de los productores, que con un gran trabajo en la viña y aplicando las más modernas técnicas de elaboración han conseguido elaborar excelentes vinos, que hoy en día merecen un puesto importante dentro del panorama vinícola de la Comunidad Valenciana.
En tierras interiores como la zona del Alto Palancia es más fácil encontrar vinos más robustos, llenos de color y con un potencial de guarda que hacen que no pierdan el carácter mediterráneo de madurez que nuestro clima les permite, siempre regulados por la acción del mar que, aunque los viñedos estén sometidos a diferencias térmicas entre el día y la noche, le dan una característica muy mediterránea.
En la zona norte de la provincia, entre Les Useres y Vilafamés, las agrestes tierras, donde es muy difícil cultivar, a pocos kilómetros del mar Mediterráneo, y protegidos por una cadena montañosa litoral, los vinos elaborados concentran una mayor acidez y frutosidad, obteniendo vinos mucho más continentales. Los Tempranillos de esta zona, bien trabajados y con un buen envejecimiento en barrica francesa, producen vinos intensos en color y aromas florales, que acompañados por un toque elegante de la madera, recuerdan a vinos de zonas del noroeste español, pero algo más cálidos y sobre todo muy redondos en boca. Otras variedades también son cultivadas, como la Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah, Garnacha, Monastrell, Macabeo o la autóctona Bonicaire, que produce explendidos rosados.
En la feria que se efectuó en el parque Ribalta de la ciudad de Castellón de la Plana, se pudieron degustar aquellos vinos que están moviendo a la sociedad castellonense a conocer sus vinos, tarea complicada, por aquello de que nadie es profeta en su tierra. Como amante de los vinos y dado que, quizá estemos mediatizados por grandes marcas o zonas productoras, estas elaboraciones están perfectamente armonizadas y bien conseguidas, sólo había que cuidar más el viñedo y trabajar con medios para tener en la botella vinos diferentes, amables, maduros, buscando la expresión del terruño y distinguirse de otras zonas por su procedencia.
Siempre un vino ha de expresar de donde viene, así pues si el cultivo y el clima son propicios, el enólogo sólo debe comprender que quiere contarnos ese vino y ayudarle a que nos cuente, dentro de la copa, de dónde viene y cómo quiere que lo recordemos, el resto son historias de las que pueden o no convencerte, pero la realidad es que en los últimos años que he probado estos vinos, me siguen sorprendiendo. Al final es importante darlos a conocer y esta feria lo ha conseguido.