El anterior fin de semana pusimos tierra de por medio para visitar Navarra, en este caso la Zona Media que abarca desde Tudela hasta casi el Valle del Roncal (al que no pudimos llegar, ¡lástima!).
Nuestra primera parada fue Marcilla, en donde hay a las afueras el barrio de la antigua azucarera que esconde un Hotel con encanto, La Antigua Azucarera, y su restaurante, donde degustamos un merecido menú de ¡12 eur! con pan y vino de la tierra (crianza) incluido. Degustamos un Rissotto de Hongos y unos pimientos del piquillo rellenos de solomillo de ternera, con un postre de frutas naturales magistral (mi hijo comió un yogur natural y estaba de lujo).
Después de esta grata sorpresa llegamos a Olite, coronada por su imponente castillo restaurado y lleno de bodegas de vino (Ochoa, Piedemonte, Marco Real, ...) una sorpresa para nuestros sentidos. Nos dirigimos al Hotel Merindad de Olite, muy familiar y acogedor, donde hicimos punto de partida para nuestras excursiones y pasamos las 2 noches.
Ese día fue de obligada visita a la Ciudad, con su castillo perteneciente al último rey de Navarra, las galerías reales, el museo del Vino, donde me consta que mi hijo disfrutó y ha creado su primera cosecha virtual de vinos. El resto del casco histórico es para callejear y ver los antiguos palacetes, los escudos heráldicos y hacer alguna compra, como la de vinos de la tierra, con su Bacchus de Oro Marco Real reserva, el famoso moscatel de Ochoa y también de Piedemonte así como el rosado espectacular de Pagos de Araiz, bodega que no pudimos visitar por falta de tiempo y que estaba incluida en unos de los actos de la semana del teatro de Olite.
Hicimos una buena cena en un asador de la zona y nos fuimos a dormir, para al día siguiente retomar el camino hacia el Este. Empezamos por la villa de Ujue, una pequeña localidad que tiene una magnífica iglesia, pero que estaba en obras y no pudimos visitar, con unas vistas espectaculares. Después fuimos a comer a Sangüesa, unas buenas pochas estofadas y una menestra de verduras de la zona. De ahí fuimos a ver un par de monumentos más, como el Castillo de Javier, que haciendo honor a mi onomástica tenía interés por visitarlo.
Se nota que la Iglesia Católica cuida sus monumentos. Se ha convertido en un castillo museo que es bastante lúdico para visitar. De allí fuimos al monasterio de Leyre (que actualmente tiene monjes) y no nos quedó tiempo para ver las Foces de Lumbier, un paraje que dicen que es espectacular y llegar al valle del Roncal, para desgustar su famoso queso.
Decir que la cena también estuvo amenizada por vino tinto del lugar, chistorra, espárragos y pimientos del piquillo (Lodosa) con lo que el fin de semana fue la verdad intenso y bonito.
Ya el último día tras levantarnos tarde intentamos ir hacia el este pero se nos desviaba mucho de la zona de vuelta y teniendo en cuenta los 37º C de temperatura al sol, decidimos ir haciendo el camino de vuelta para ir a Teruel a degustar unos Huevos rotos con Jamón y así que no fuese una vuelta sólo de carretera.
Os ajunto algunas fotos del lugar.