En este frío día del mes de enero nos hemos dirigido hacia el interior de la província de Valencia, pero en este caso hacia la zona Sur-Oeste, dentro de la subzona Clariano de la D.O. Valencia. Moixent (o Mogente) ha sido el destino y la visita a una de las bodegas más jóvenes, pero con mayor proyección internacional y nacional de las que representan a la D.O. Valencia.
El Celler del Roure, es una joven bodega que empezó en un proyecto personal de la famila Calatayud, y en concreto de Pablo, que apoyado por su familia y con la inestimable ayuda de José Luis Perez (Más Martinet), empezó a forjarse un hueco en el mercado de los vinos de alta calidad.
Todos hemos oído hablar de Les Alcusses y Maduresa como vinos que surgieron de una pequeña bodega, casi de manera artesanal, también se ha vuelto a hablar de una variedad recuperada como es la Mandó, de la que hay mucho que aprender y seguramente es el valor fundamental en la elaboración de Maduresa, vino insignia de la casa.
A escasos 11 kilómetros de Moixent, en la carretera que va hacia el poblado ibérico de Les Alcusses, y de camino a otra gran población vitivinícola, Fontanars dels Alforins, encontramos la bodega El Celler del Roure ( en la misma carretera se pasa por las oficinas de la bodega, pero hay que seguir hasta el Km 11'5 de esa misma carretera).
Allí nos esperaba Paco, el padre de Pablo y que ha sido quien nos ha atendido y ha guiado en una de las visitas donde las más de 20 personas que hemos acudido, esperábamos ansiosos conocer los detalles de la elaboración de estos interesantes vinos. La bodega está en pleno proceso de expansión y acondicionamiento y más sabiendo que se ha encontrado un subterráneo de más de 100 tinajas de barro, en lo que debió ser uno de los centros elaboradores de vinos más importantes de épocas pasadas, una bodega histórica que dará mucho que hablar en el futuro.
La visita ha sido muy instructiva en su teoría, se ha hablado mucho de campo y variedades recuperadas, hemos visto las instalaciones y la bodega histórica antes mencionada, que ha sido desde luego una sorpresa muy agradable y que quizá, sea el atractivo principal de la visita, pero para realmente conseguir ser una visita enoturística hay que señalar que, ésta no tiene la infraestructura adecuada para atender a muchos visitantes. Muchos de los que hemos acudido a la visita lo hemos hecho por conocer la bodega y a las personas que hacen posible este proyecto, pero se ha echado en falta catar los vinos al final de la visita.
Mi objetivo de hoy no era precisamente éste, pero por los comentarios de algunos de los visitantes, he escuchado a algunas personas que se han marchado bastante sorprendidas por no haber tenido la oportunidad de hacer una cata de alguno de los vinos de la bodega. En mi experiencia en otras rutas del vino, deciros que se convierten en centros de enoturismo y peregrinaje de muchas personas, y que repiten si les gusta, que influyen a sus amigos con el boca a boca o que simplemente van a pasar el día, comprar vino y comer en la zona.
Otro aspecto a mejorar, y lo digo de forma constructiva, es que los niños deben de conocer la cultura del vino y es importante que acompañen a los padres, aunque esten correteando y jugando alrededor de los visitantes, ya que ellos serán los futuros consumidores, por lo que hay que tratarlos con consideración y sobre todo los padres tenemos que intentar que no hagan alguna travesura, pero hay que pensar en ellos para que se diviertan de muchas maneras (pinturas, actividades lúdicas, juegos...).
En fin simplemente os dejo unas fotos del día de hoy, donde observaréis que este proyecto tiene mucho futuro y que, aunque no hemos catado los vinos, también puede pasarse un día en grande y divertido.
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