martes, 18 de octubre de 2011

Rias Baixas (II parte)

Siguiendo mi ruta por las Rías Baixas y tras el paso por la capital de la subzona de Salnés, decidimos viajar hacia la zona fronteriza con Portugal, también llamada zona de O Rosal, por ser este 'concello' el más representativo en términos vinícolas.


Nuestro recorrido nos lleva a empezar por Tui, una de las ciudades que conforman la ruta del Camino de Santiago y que hace frontera con la ciudad portuguesa de Valença, delimitada por el río Miño. Esta ciudad tiene un bello paisaje en la ribera del Miño y un paseo muy agradable para disfrutar de un paseo en los albores de la tarde rodeado de robles y con la mirada al país vecino en la parte opuesta del cauce, destacar el puente antiguo, que con estructura de hierro, es posible traspasar a Portugal, hoy en día sin fronteras gracias al tratado de 'schengen'.


Decidimos pasar al país vecino sólo para contemplar el río desde el otro extremo en la fortaleza de Valença, lugar turístico por excelencia donde aparte de las vistas hacia Tui y el río Miño, se puede comer y hacer compras de los textiles típicos (mantelerías y toallas) tan famosos en Portugal y aprecios muy económicos.


Siguiendo la frontera natural y el curso del río Miño, llegamos hasta Tomiño y O Rosal donde se concentran la mayoría de bodegas y cultivos de uva como la Albariño y la Loureira blanca, es una zona más montañosa y más cálida a estar más alejada del atlántico y donde se elaboran vinos un poco mens ácidos y más maduros. Estuvimos visitanto una bodega, Altos de Torona, la cual visitamos por el exterior ya que permanecía cerrada en esos momentos, pero el esplendoroso terruño donde se encuentra merece la pena admirarlo, ya que los viñedos se encuentran ene terrazas en los montes aledaños a Tomiño y desde arriba la vista hacia el valle es bastante espectacular.



Intentamos visitar alguna bodega más como Terras Gauda o Bodegas Valmiñor, bodegas bastante conocidas, pero los horarios de visita no coincidían con nuestros planes de seguir visitando la comarca y decidimos continuar el recorrido hasta O Guarda.


Ya en la desembocadura del río Miño, que conforma un bonito estuario, nos dimos el placer de visitar las playas fluviales del estuario y darnos un chapuzón en sus aguas cristalinas y frías, aprovechando los más de 32º C que disfrutábamos a mitad de octubre en este otoño tan inusual y en latitudes más húmedas y frescas.


Terminamos la tarde en O Guarda en una terracita frente a su puerto para disfrutar de una de las puestas de sol atlánticas más bonitas que recuerdo y que la acompañamos hasta llegar a Baiona por la costa oeste de esta comarca gallega que empieza en la desembocadura del río Miño.


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