sábado, 24 de enero de 2015

Visita a bodegas Protos


Había programado una visita para Valladolid para este último fin de semana de enero, sin tener muy claro que posibles bodegas podría visitar, ya que un amigo de la tierra nos había preparado una visita a una bodega de Rueda y una comida con el tradicional lechazo churro de la zona.


Pues mi sorpresa es que me fui a comer el lechazo en Peñafiel, quizá la ciudad más conocida de la DO Ribera del Duero, con bodegas cercanas como la mítica Vega Sicilia, a un paso de Pesquera, Sardón del Duero, ... y sobre todo la bodega Protos, una de las marcas más conocidas de vino tinto en toda la geografía española.


Abusando de la confianza de un amigo, el cual se trasladó a vivir a tierras vallisoletanas hace un año, le dije que me gustaría visitar esta bodega de Peñafiel, y muy gustosamente me facilitó participar en una de las visitas guiadas, con lo que por fin pude visitar Protos, que me quedó en el tintero en 2010 por aforo completo.


Es imponente ver la bodega nueva, del arquitecto Richard Rogers, pero la vieja bodega a los pies del precioso castillo de Peñafiel aún es mucho más atractiva, sobre todo visitar los casi 2 km de túneles bajo el castillo y conectados a la nueva bodega.
La recepción en la visita fue en el edificio que se encuentra en la ladera del castillo, allí en un audiovisual me reuní con el grupo que visitábamos la bodega y se da una breve explicación de la bodega, de su historia y lo que vamos a visitar. Tras esta breve introducción empieza la visita por las galerías, repletas de barricas de 225 litros de robles francés y amreicano, que conforman la bodega antigua, donde se elaboran crianzas, reservas y vinos de autor.


Los túneles están excavados en las laderas arcillosas y están reforzados con arcos de ladrillo, los techos y paredes con hormigón proyectado, y los suelos bien hormigonados con pintura epoxi, para tener la mejor limpieza posible en las galerías. Hay zarceras, que son las chimeneas o respiraderos que se ven en la montaña desde el exterior, con el fin de mantener aireados los túneles.


Las pilas de barricas, máxima altura de tres unidades, van formando hileras a través de los túneles, los cuales están interconectados, permitiendo un laberinto de galerías, con tuberías para poder llenar y vaciar toneles, y con un total aproximadamente de 4.000 barricas, donde se manejan casi una a una manualmente, debido a la estrechez de las galerías.

Por un tunel se accede a la nueva bodega, un diseño arquitectónico muy espectacular del arquitecto británico que diseñó la terminal T4 del aeropuerto de Madrid-Barajas, la cual está bajo tierra unos tres niveles sobre el suelo de la calle y que alberga casi 4.000 barricas más, así como botellero, sala de crianzas  y elaboración, recepción de uva, sala de eventos y catas, oficinas y tienda.

Respecto a los vinos, comentar que aquí sólo se elaboran tintos de la variedad Tempranillo o Tinta Fina, casi todo el vino calificado como DO Ribera del Duero, embotellado y cuya producción se distribuye en España hasta un 80%. En Anguix (Burgos) la empresa Protos (nombre proveniente del griego como primero) existe otra nave de producción, para vinos jóvenes y con capacidad para 1,5 millones de litros, ademas de contar en La Seca (Valladolid) una planta para blancos bajo la DO Rueda.


Protos fue la primera bodega en llevar el nombre de Ribera del Duero, cediéndole esta denominación al consejo regulador cuando este se fundó a principios de los 80 del siglo pasado y la marca Protos fue la que ahora conocemos como uno de los vinos insignia de la DO Ribera del Duero y ahora también en los blancos de la DO Rueda.


Pudimos catar dos vinos, un blanco DO Rueda, verdejo 100%, un vino muy brillante, con los aromas típicos de esta variedad, joven, fresco, afrutado, con final ligeramente amargo en boca, el cual aprovecha la marca para poderlo encontrar facilmente en muchos lineales españoles.

El tinto catamos un crianza de 2010, un potente vino Tempranillo 100%, con capa alta, glicérico que tenía una buena complejidad olfativa, combinando aromas propios de las barricas, como vainillas, cuero, cacao con frutos rojos maduros como ciruelas y grosellas. En boca entra bastante suave, pero tiene un final algo secante y un postgusto largo, un vino que se ha agotado y que ya no pudimos adquirir, teniendo que llevarnos un 2011, que probaremos en un futuro para conocer su evolución.


La visita terminó y pase una tarde muy instructiva, conociendo uno de los precursores de esta denominación de origen que más éxito tiene entre los consumidores españoles de vinos y que casi todo cualquier aficionado conoce, manteniendo siempre una calidad y unos vinos bastante constantes.

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