martes, 16 de diciembre de 2008

Quesos


De leche de vaca, oveja, cabra, ... el queso como el vino es uno de los alimentos más antiguos de nuestra civilización, personalmente me encantan los de leche de cabra, aunque un buen curado de oveja no desmerece o uno de vaca tierno.

Ya desde hace tiempo que soy consumidor de quesos valencianos, sobre todo el de 'cassoleta', que se llama así por la forma que toma del molde con el que se hace (cazuelita), fresco y al punto de sal de leche de oveja y cabra (aunque también de vaca) y que es facil encontrar en chacuterías, vendido por piezas o en trozos a peso. Este queso es blanco, blando y sin corteza.



El queso del interior de Valencia también es muy apreciado sobre todo el denominado de 'servilleta' que se elabora fundamentalmente con leche de cabra y que su nombre designa que es envuelto en tal textil, suele ser suave y con una fina corteza y con un sabor salado y un color casi blanco por dentro. Ideal para tomar con vinos tintos tintos o cava.



En esta zona del interior de Valencia, en las comarcas de la Costera y adyacentes, también hay un queso totalmente de cabra que luego es madurado en cuevas naturales y sin ningún tipo de aditivos, que con un sabor potente y a la vez suave he descubierto en los ultimos meses, y a pesar del nauseabundo olor que desprende su corteza, es un manjar exquisito y totalmente recomendado para los paladares más exigentes del queso. Su precio es medio-alto, pero acompaña muy bien a un vino valenciano de la Font de la Figuera o de Fontanars dels Alforins, zonas próximas a Quatretonda, lugar de origen de este queso.

También decir que en el Maeztrazgo castellonense y limítrofe con Teruel, tenemos unos quesos, cuajadas y requesones admirables, si bien estos son conocidos como los de Morella, Catí y Tronchon (ya en Teruel).



No hace mucho que visité Morella, ciudad que me encanta y a la que peregrinamos un par de veces al año y me comí un plato de queso morellano junto a unas lonchas de cecina de toro y fue un verdadero manjar que junto a un postre de cuajada o unos 'flaons' (empanadilla dulce de requesón con miel) hacen que un día en dicha ciudad amurallada sea lo más grata posible.

Ya os seguiré contando más episodios gastronómicos que son mi pasión.

Por cierto no es necesario gastarse mucho dinero para comer bien y bueno, ya os contaré.

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