sábado, 6 de febrero de 2010

Visita a Cañete

Este fin de semana nos hemos acercado al municipio de Cañete en plena serranía de Cuenca, la jornada empezó saliendo en dirección a Sinarcas, cerca de Utiel (Valencia), con un almuerzo a base de embutidos y con visita a la cooperativa de Sinarcas, donde hemos comprado algunos vinos de la D.O. Utiel-Requena.

Después nos hemos adentrado hacia la provincia de Cuenca, pasando pueblos como Talayuelas y Landete, para terminar en Cañete. Esta villa conserva todavía vestigios de una muralla y una alcazaba árabe del siglo X, es la puerta de la serranía de Cuenca, donde pasa el río Cabriel y se puede disfrutar de la naturaleza.

El medio natural está poblado por una inmensa masa forestal de pinos, sabinas y monte bajo que rodean las estribaciones del barranco por donde fluye el Cabriel, además la zona está llena de fuentes y su altura de unos 900 metros sobre el nivel de mar la hace perfecta para pasar un día fabuloso de invierno si hace sol, claro.
Hemos dado un paseo por los cerros aledaños y hemos visto que la tierra estaba espojosa y mojada por el efecto del deshielo de las últimas nieves. La temperatura ha oscilado entre los 8º y 10º C, pero al sol se estaba perfecto.

Hemos comido en la Hostería de Cañete con un menú a base de sopas, morteruelo (una mixtura caliente de carne de caza, fundamentalmente conejo, liebre y perdiz o codorniz, macerada con hígado, tocino y abundantes especias), chuletas de cordero, codorniz escabechada y manitas de cerdo crujientes con salsa de boletus, todo ello regado con un vino D.O. Ribera del Júcar (5 Almudes), típico de la zona (aunque de más al sur). Un menú para que la tarde fuese llevadera.


Hemos subido a La Picota, que es uno de los rincones cañeteros con algo especial. Es la cumbre de una abrupta cresta de roca, que formaría parte del espolón del castillo si el río Tinte contra toda aparente lógica geológica no las hubiera separado, introduciéndose como una cuña entre ambas elevaciones. La Picota ostenta, visible desde todas partes, el monumento al Sagrado Corazón de Jesús, de entrañable devoción en Cañete, y también la mejor panorámica inmediata de la población, extendida directamente a los pies. Un lugar con una tranquilidad perenne, ideal para meditar o desentenderse del bullicio de abajo.

Se accede tras una corta pero empinada subida por el camino posterior a la Hostería de Cañete. Aunque los vehículos en época seca podrían recorrer un primer tramo, se recomienda encarecidamente realizar toda la ascensión a pie. Los últimos metros requieren una cierta agilidad, ya que la senda salta de arista en arista.

Al atardecer hemos puesto camino a Utiel, a tomar un refrigerio para volver a casa tras un día de descanso, relax y gastronómico. Adjunto algunas fotos de interés para que observéis los ricos parajes de este país y que nos producen la sensación de haber viajado a otro mundo a los urbanitas como nosotros.


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